Os miento si os digo que llevo días planificando este post...
De hecho, este año no iba a publicar ninguna entrada para San Valentín...
Mañana me voy a Berlín, no he preparado todavía nada, pero nada, y para colmo me acaban de decir ¡que no tenemos hotel!... me da la risa, que no cunda el pánico, vamos a la cuna de lo moderno y civilizado y algo encontraremos, me han dicho que el metro es precioso, ja, ja...
Pero antes de empezar con la maleta me he acordado que el otro día hice unos bombones para María, una amiga, y que me quedé con dos, y que por otro lado hice unas galletas para Conchi, otra amiga, de corazones, y entonces, igual que me pasó el año pasado con
el improvisado corazón de bombón, se me ha ocurrido este post.
Pensemos, tengo dos bombones y una galleta, pero no dos bombones cualquiera, tengo a Minnie y a Mickey, la pareja más entrañable de todos los tiempos, pero de todos, todos, el forever love, el amor para siempre, el que quedará ahí generación tras generación...
He puesto el fondo así porque me he acordado de la casa de Romeo y Julieta en Verona.
En la especie de "túnel" que hay en la entrada hay pintadas de los turistas que pasan a verla.
La verdad es que la primera vez que fui fue una decepción porque las paredes estaban muy, muy sucias, la gente pegaba sus notitas de amor con chicle y llegó un momento que en vez de rollito romántico era como rollito ¡porfavorqueagggcoquemeda!.
La segunda vez le habían limpiado la cara, pero tanto, que resultaba súper sosaina.
Compré esta postal que me encanta, porque así, si que mola ¿verdad?
Y aquí os dejo con Julieta y el balcón al que se asomaba cuando Romeo iba a tirarle los tejos.
Qué paséis un feliz día San Valentinero.
Sabéis que podéis ver mis "galletas amorosas" más recientes
aquí,
aquí y
aquí,
Un besazo que me voy volando, pero volando, a buscar hotel.
Muuaaaacccc .